miércoles, 19 de diciembre de 2012



Los nuevos ídolos de la juventud cubana

 | Por Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -El régimen parece estar a punto de intentar una nueva cacería de brujas en la esfera cultural, más específicamente en el área de la música. El ruido al respecto es particularmente fuerte después de las abiertas expresiones de rechazo que se hacen sentir, desde la UNEAC y el Instituto Cubano de la Música (ICM), en contra del polémico y marginal reguetón. Lo curioso es que varios de los más furibundos críticos han formado parte, en un pasado reciente, de las comisiones de evaluación artística que propiciaron el ascenso de agrupaciones de este género al estatus y empoderamiento profesional.
No es la primera vez que este tipo de situaciones ocurre en la historia de la música popular, en la Isla. Vale recordar los calificativos que el poder colonial español le dedicó a la contradanza, en su momento, y el modo en que ésta se impuso en los salones, mediante los pies de la nueva burguesía criolla. Buena parte de su génesis estaba entre los negros y los mestizos, quienes aportaron mucho en lo rítmico y en ciertas armonías, elementos que luego fueron “refinados”, para su aceptación en los salones donde se decidía el color, la vida y milagros de una nacionalidad en formación.
También el danzón fue acusado de propiciar la “concupiscencia” entre los jóvenes, y el son sería recibido con resquemor, en ciertos estamentos, antes de imponerse para siempre dentro y fuera de Cuba. En cada época, existieron los “paladines de la moral y de las buenas costumbres”, los cuales, por lo general, predican más con las palabras que con los hechos.
En este orden, es imposible olvidar el debate generado en Cuba a comienzos de los años sesenta, del siglo XX, con respecto a la música jazz, así como la posterior satanización del rock.
En  los últimos siete años, el poder de convocatoria del reguetón, un fenómeno musical surgido entre Panamá y Puerto Rico, ha desbordado todos los pronósticos. En los primeros años de la década pasada, éste penetró por la zona oriental del país, llegando desde Puerto Rico, vía República Dominicana, y se regó como pólvora encendida.
Durante décadas, los “guardianes de la doctrina” apuntaron los cañones contra las tendencias musicales provenientes del área anglosajona. Ahora se han quedado desarmados frente a este fenómeno que se les va de las manos y contra el cual los viejos argumentos de corte ideológico no valen nada. Entonces han sido levantados los estandartes de la carcomida “moral socialista”, justo en días en que ya huelen a “calor, políticos y cucarachas”.
La relación entre la música y los roles sociales, en Cuba, es un elemento esencial para comprender nuestra idiosincrasia. Décadas atrás, en las áreas urbanas del país, los grupos de jóvenes se conformaban sobre la base de la afinidad musical como una de las principales condicionantes. Así surgieron los denominados “guapos”, por una parte, y por la otra, los “pepillos”. Los primeros, seguidores de la música popular bailable cubana. Los segundos, intentando estar en sintonía con la vida e imagen que caracterizaba a cultores y seguidores del rock en el área internacional.
Los “pepillos”, luego “rockeros”, y más tarde “freaks”, tuvieron que soportar, durante años, acusaciones por “diversionismo ideológico”, persecuciones y hasta calificativos despectivos, homofóbicos… Con los “guapos”, actualmente denominados con el impreciso calificativo de “reparteros”, las autoridades fueron algo más indulgentes, pues no les veían como un peligro político. Así que les permitieron hacer de las suyas (aunque bajo estricto control y vigilancia) en los carnavales y en las festividades populares.
Detrás de los ataques contra el reguetón se esconden diversas causas. Su estructura de producción está jugando “al duro”, con una mayor dinámica, y está desplazando a los mecanismos tradicionales u oficiales de legitimación del hecho cultural en Cuba. El reguetón se ha convertido en un estamento cultural en sí mismo. Esta situación coloca a sus principales y más seguidos intérpretes como ejemplos a seguir para una gran cantidad de jóvenes. Son malos patrones, desde luego, aunque no peores que los impuestos por el régimen. Ídolos, al fin, surgidos de la pobreza y la marginalidad, que ahora se elevan a la categoría de dioses del consumo, el dinero y las mujeres.
Y es lógico que ese tipo de ídolos moleste a la vieja y monárquica clase dirigente, que exige austeridad y sacrificio eternos al pueblo, mientras legitima a sus nuevos ricos por detrás de la fachada. El suyo es un coto cerrado que nunca pensaron tener que compartir. De modo que ahora sienten amenazados sus privilegios históricos.
La hipnosis del “igualitarismo”, y el espejismo de “un futuro mejor”, se están desmoronando desde hace tiempo en el inconsciente colectivo de la población cubana. Lo que estamos viviendo es como la letra de una vieja canción que se repite con un nuevo arreglo musical. La historia es sabia maestra.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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