lunes, 10 de diciembre de 2012

Los negros: ¿tropas de choque de la dictadura?


| Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Para decir hoy que nuestra dictadura tiene en los cubanos negros un seguro ejército, dispuesto a defenderla, no sólo se necesita estar ciego y sordo. También hay que tener el discernimiento de un mosquito, o en el mejor de los casos el de un humano envilecido hasta la atrofia por los prejuicios y la mala leche.
Atenerse a la condición de mulatos de algunos de los esbirros de la bestial Sección 21, de la Seguridad del Estado. Ponerse a contar a negros y mestizos entre los infelices guajiritos con que hoy se engrosan las filas de la policía habanera. Entresacar, estrecha y prejuiciadamente, la presencia de descendientes de esclavos entre las miserables huestes de los mítines de repudio… Además de ser un modo bien frívolo de interpretar nuestra tragedia nacional, es también hacerle el juego al régimen, que nos prefiere discordes y desunidos.
Si hay cubanos blancos yo debo ser daltónico, porque el más claro color de piel que percibo en mi entorno es el cetrino. En todo caso, nuestra pretendida blancura no sólo está felizmente contaminada por la historia, sino además lastrada por oscuros resabios que se destilan desde el interior, como en los calamares.
Para casi todo cuanto hacemos, en especial lo malo, creemos encontrar explicaciones en la pigmentación del pellejo. Antiquísimos desvaríos verbales del tipo: “ah, tenía que ser negro”, o “parece mentira que sea blanco”, continúan imponiendo su tara en nuestro hablar común, sin que nos percatemos de que por conducto de la sandez, ridiculizan a sus propios propagadores.
Y ahora, para colmo, trasladamos ese simplismo racista a nuestro drama político.
Una porción nada despreciable entre los filósofos del café con leche se ha dado a destrenzar la teoría de que las fuerzas represivas de la dictadura tienen en los negros la carne de cañón que necesitan para apuntalar su corrupto dominio.
Argumentan que la mayoría de los negros y mestizos de la Isla no trabajan ni estudian, no tienen ambición de progreso, ni mayores perspectivas que vivir del robo y de las acciones marginales más diversas. Entonces –dicen- ya que en ningún otro sistema van a disponer de condiciones tan propicias para su “proyecto de vida”, se supone que les sobren motivos para defender al régimen.
Es una maligna idiotez, un supuesto obtuso, montado sobre otros supuestos que rayan lo enfermizo. Incluso, a fuerza de ignorar las leyes de la historia, debe resultar de muy difícil comprensión para quienes nos observan desde el exterior.
Pero el supuesto existe. Y no sólo. Está bien extendido, sobre todo entre cierto sector de nuestra población, curiosamente el de la gente de solvencia económica más o menos desahogada (por lo general blancos, o sea cetrinos), que son, ni más ni menos, los que más razones acumulan para apoyar a la dictadura y, de hecho, casi los únicos que la apoyan en la práctica, queriéndolo o no.
Todavía más, es previsible que dentro de la propia estructura de poder del régimen haya varios equivocados que igual sustenten esa falacia del apoyo de los negros. Y es que la mentalidad de patriarcas esclavistas con discurso benefactor (aunque nunca pasaran mucho más allá del discurso) que han exhibido los del régimen con respecto a los negros, les inclina a creer que éstos son (están obligados a ser) sus eternos deudores y sus más leales servidores.
Es un error de cálculo, igualmente montado sobre otros errores, en particular el de no querer ver las cosas como son sino como les resulta conveniente verlas. Lo único que parece quedar claro es que el régimen le debe muchísimo más a los cubanos negros que éstos a él. Pero también se trata de una verdad de Perogrullo, tan a la vista como el hecho de que a la altura de nuestros días nadie en Cuba ha resultado más desatendido y aun más perjudicado que los negros.
No en balde es tan sencillo comprobar la presencia –numerosa, tal vez mayoritaria- de negros y mestizos en las filas de la disidencia y de la oposición pacífica interna. Eso, por no repetir una vez más que son los que aquí llenan las cárceles.
Por lo demás, en el tal “proyecto de vida” que implica no trabajar e ir sobreviviendo al margen de la ley (la mala ley del régimen), hemos estado y aun estamos enredados casi todos los cubanos, sea cual fuere el matiz de nuestra piel.
La vida, por llamarle de alguna manera, no nos ha permitido escoger. Mucho menos debiera permitirnos establecer diferencias cretinas y peligrosamente fratricidas.



Posted by; "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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