viernes, 28 de diciembre de 2012

Dinero y transición política



 | Por Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -En la transición de un estado totalitario a una sociedad democrática, el dinero y la política son primos hermanos. El ciudadano común necesita ver los resultados del viraje económico en la balanza de su economía personal y familiar. Los gobernantes cubanos y sus ideólogos han calibrado la crisis de credibilidad que corroe las bases de su poder. La contradicción entre ideología y leyes económicas ha hecho metástasis.
En respuesta a ello, el Estado está intentando mecanismos de privatización controlada precisamente en el apartado donde hace casi 45 años dio el tiro de gracia a la iniciativa privada.
Cuando, en marzo de 1968, se anunció el cierre de los pequeños negocios, el golpe fue directo contra las pequeñas cafeterías particulares. Ahora, muchas de ellas son ruinas, locales de vivienda, o están en un grado de depauperación vergonzoso. A estas alturas, está claro que la intención del castrismo fue matar dos pájaros de un tiro, acaparando toda la fuerza laboral activa en el país y asegurándose el férreo control ideológico de esa fuerza. Además, eliminó de un porrazo los remanentes de la que fue una parte de la sociedad civil republicana.
Los comerciantes y dueños de pequeñas empresas eran actores de cierta importancia en el entramado socio-político, sobre todo como voz e incluso voto a nivel de concejales y senadores. Eran la base económica real de una sociedad democrática imperfecta y con males acumulados, pero su aporte a la
balanza económica de la nación, así como la vitalidad y diversidad que insuflaban a la dinámica del mercado laboral, eran esenciales.
En realidad, el gobierno cubano no está haciendo concesiones, está devolviendo derechos y además lo está haciendo a regañadientes. Está despenalizando la iniciativa privada, porque necesita el dinero de las inversiones y los impuestos para sostenerse en el poder. Aunque controle el mercado mayorista de bienes e insumos, las propias leyes del mercado, a la larga o la corta, le van a pasar la cuenta a la empresa estatal, como consecuencia de años de ineptitud.
El castrismo sabe que tendrá que pagar un costo político con ello, porque esta apertura es la flagrante prueba de medio siglo de fracaso económico e ideológico. Es por ello que cabe esperar la aplicación de una fórmula donde la apertura económica sea acompañada de una mayor y feroz represión en contra de la disidencia. El mensaje al ciudadano de a pie será claro y explícito: Quien pueda, que se gane su dinero, pero que no se meta en política.
Es cierto que la ausencia de una educación cívica en más de una generación de cubanos ha tenido consecuencias. El proceso de toma de conciencia política y la asunción de ideales democráticos son graduales y operan bajo una feroz represión. Sin embargo, estamos teniendo la oportunidad de ver en directo el desmantelamiento de toda una estructura que tuvo como principal objetivo legitimar a una clase en el poder. Una clase basada en el linaje político y el control férreo de los recursos del país, dilapidándolos hasta el agotamiento.
El brumario de la revolución cubana está llegando a su clímax, dramáticamente, y la monarquía verde olivo está intentando propiciar las bases de su supervivencia a través de una mascarada de cambio. Llegará el momento en que nuevos actores y fórmulas de financiamiento económico hagan acto de presencia. Entonces los intereses de la clase militar-gerencial, preconizada por los Castro desde los tiempos de la Operacion Alejandro (1988-1992), chocarán con las aspiraciones de una nueva clase media.
Esta clase media estará formada por pequeños y medianos empresarios, emprendedores y legitimados por un escenario económico favorable. Mientras llega ese momento, el pueblo cubano parece destinado a cargar sobre sus hombros, una vez más, las consecuencias y los traumas que se derivan del actual proceso.

Postede by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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