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Sobre las 6 de la
tarde , viendo que la puerta continuaba abierta, decidí salir con Paquito, para
ver como andaban las cosas. Los muchachos, Tony, Sandra y Alexander lo habían
hecho entes, pero sin intervenir en las manifestaciones.
Por el terraplén, miles de personas caminaban de un lado a
otro. Nos encaminamos hasta un poblado de unas 50 o 60 casas, donde había una
pequeña Iglesia y la cocina donde se elaboraban nuestros alimentos. Las
viviendas habían sido abandonadas por sus moradores antes de que los balseros
llegaran a la Base Naval de Guantánamo. Al parecer estos habitantes que vivían
aquí eran familiares de trabajadores y soldado del enclave.
A todo lo largo
del terraplén y en el centro del pueblito se veían improvisadas casitas hechas
con frazadas y sábanas, y dentro personas acostadas en catres, etc.
El caos era total
y no había quien pusiera orden. ¿Qué va
a pasar aquí? No se sabe lo que pueda
suceder. De extenderse esta situación hasta la ciudad, las consecuencias serían
catastróficas.
En el centro del
pueblito, un grupito de personas se habían erigidos “lideres” de la revuelta y
habían dado de plazo hasta las 3 de la tarde del siguiente día , para que se
realizara el proceso de visas, de lo contrario avanzarían hacia la ciudad y
tomarían el Aeropuerto y puntos vitales de la misma.
El acceso a la
ciudad se encontraba bloqueado por un fuerte cordón de soldados, que impasibles
observaban todo lo que sucedía a su alrededor, sin intervenir.
Esa tarde no en
todos los campamentos se repartió comida y agua. El grupito nuestro comió
gracias a Odelito y Andrés, que trajeron un cubo con comida y agua. Muchas
personas se metieron al monte para cazar jutias e iguanas y así poder comer algo, esto a pesar de que había
carteles que decían “Danger” (Peligro).
Salían de la manigua con dos o tres jutias, las cuales cazaban con
pidras, etc. Luego, en improvisados fogones, se cocinaban estos animalitos.
Esa noche
durmieron miles de personas a la intemperie o en improvisadas carpas. Nosotros
regresamos y dormimos dentro del campamento.
La mañana
siguiente del día 10 de septiembre de 1994, la gente se encontraba fuera de los
campos y estos continuaban abiertos.
No dieron
desayuno, ni almuerzo, por lo que la caza de jutias e iguanas se intensificó.
Hasta Tony, se metió a la manigua y cazó uno de estos animalitos (Jutia) la
cual pesaba como 10 libras. Se improvisó un fogón y la asamos. ¡Estaba
deliciosa!.
De continuar con
la caza indiscriminada de estos roedores la fauna del área sufrirá un
desequilibrio. La gente hacía caso omiso de los letreros que prohibían la
entrad al monte, y se metían a él como jauría humana.
Paralelo a la
caza de las jutias, personas inescrupulosas
saqueaban contenedores y almacenes, llevándose: cigarros, comida
enlatada, azúcar, manteca, medicina, etc., etc.
Se originó un vandalismo sin precedentes. Muchas personas me pasaron
cerca, cargadas con cajas, sacos, latas, etc. La delincuencia que había
generado el sistema comunista se estaba haciendo presente en la Base Naval de
Guantánamo. Estos hechos le daban la “razón” a Fidel Castro, para decir que los
que huimos de su régimen éramos delincuentes Continuará
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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