lunes, 28 de noviembre de 2011

LA BASE NAVAL DE GUANTANAMO (CAPITULO IV) Continuación


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Sobre las 6 de la tarde , viendo que la puerta continuaba abierta, decidí salir con Paquito, para ver como andaban las cosas. Los muchachos, Tony, Sandra y Alexander lo habían hecho entes, pero sin intervenir en las manifestaciones.
Por el terraplén,  miles de personas caminaban de un lado a otro. Nos encaminamos hasta un poblado de unas 50 o 60 casas, donde había una pequeña Iglesia y la cocina donde se elaboraban nuestros alimentos. Las viviendas habían sido abandonadas por sus moradores antes de que los balseros llegaran a la Base Naval de Guantánamo. Al parecer estos habitantes que vivían aquí eran familiares de trabajadores y soldado del enclave.
A todo lo largo del terraplén y en el centro del pueblito se veían improvisadas casitas hechas con frazadas y sábanas, y dentro personas acostadas en catres, etc.
El caos era total y no había quien pusiera orden.  ¿Qué va a pasar aquí?  No se sabe lo que pueda suceder. De extenderse esta situación hasta la ciudad, las consecuencias serían catastróficas.
En el centro del pueblito, un grupito de personas se habían erigidos “lideres” de la revuelta y habían dado de plazo hasta las 3 de la tarde del siguiente día , para que se realizara el proceso de visas, de lo contrario avanzarían hacia la ciudad y tomarían el Aeropuerto y puntos vitales de la misma.
El acceso a la ciudad se encontraba bloqueado por un fuerte cordón de soldados, que impasibles observaban todo lo que sucedía a su alrededor, sin intervenir.
Esa tarde no en todos los campamentos se repartió comida y agua. El grupito nuestro comió gracias a Odelito y Andrés, que trajeron un cubo con comida y agua. Muchas personas se metieron al monte para cazar jutias e iguanas y así  poder comer algo, esto a pesar de que había carteles que decían “Danger” (Peligro).  Salían de la manigua con dos o tres jutias, las cuales cazaban con pidras, etc. Luego, en improvisados fogones, se cocinaban estos animalitos.
Esa noche durmieron miles de personas a la intemperie o en improvisadas carpas. Nosotros regresamos y dormimos dentro del campamento.
La mañana siguiente del día 10 de septiembre de 1994, la gente se encontraba fuera de los campos y estos continuaban abiertos.
No dieron desayuno, ni almuerzo, por lo que la caza de jutias e iguanas se intensificó. Hasta Tony, se metió a la manigua y cazó uno de estos animalitos (Jutia) la cual pesaba como 10 libras. Se improvisó un fogón y la asamos. ¡Estaba deliciosa!.
De continuar con la caza indiscriminada de estos roedores la fauna del área sufrirá un desequilibrio. La gente hacía caso omiso de los letreros que prohibían la entrad al monte, y se metían a él como jauría humana.
Paralelo a la caza de las jutias, personas inescrupulosas  saqueaban contenedores y almacenes, llevándose: cigarros, comida enlatada, azúcar, manteca, medicina, etc., etc.
Se originó un vandalismo sin precedentes. Muchas personas me pasaron cerca, cargadas con cajas, sacos, latas, etc. La delincuencia que había generado el sistema comunista se estaba haciendo presente en la Base Naval de Guantánamo. Estos hechos le daban la “razón” a Fidel Castro, para decir que los que huimos de su régimen éramos delincuentes 


Continuará


Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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