LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Los bufidos del gobierno cubano, asustado por las rebeliones en los países árabes, se tornan cada vez más peligrosos. Los cubanos no tienen derecho a protestar: el régimen traduce cualquier manifestación pública como “planes de la Agencia Central de Inteligencia”. La campaña que desarrolla el gobierno en este sentido prepara el terreno para que los arrestos, los gases lacrimógenos y las golpizas no provoquen levantamientos populares.
Según el gobierno, los cubanos son felices súbditos sin reclamos, por lo que no existe la rebeldía espontanea. Los medios de difusión gubernamentales tratan de presentar como mercenarios a quienes protestan. La desinformación y el comprometimiento con el sistema, controlado desde los puestos laborales o las facultades universitarias, juegan su papel. Esta estrategia engendra el llamado ¨pueblo indignado¨, esa horda de temerosos que no ladran lo que piensan, sino lo que les imponen.
Los operativos policiales que cubren las actividades de los opositores se han convertido en cercos. El cierre de calles céntricas con autos de policías para evitar que el pueblo llegue hasta el lugar denota el temor a las explosiones sociales. Es evidente que después de los estallidos en el Medio Oriente y el norte de África, las autoridades no aceptan que los curiosos merodeen la zona de conflicto entre los opositores y la turba progubernamental.
Existe miedo en la población pero sobre todo desconocimiento del papel que juegan las personas que reclaman sus derechos.
La represión está legalizada por la Ley 88, conocida como “ley mordaza”, que la Asamblea Nacional ha propuesto recrudecer.
El gobierno no está desprevenido. La crisis permanente del sistema y las condiciones internacionales favorecen el reclamo popular, pero ya los Castro están alertados y resulta difícil llevar ventaja a los que tienen maña en reprimir a su pueblo desde hace cincuenta y dos años.
El régimen se esfuerza por aislar a los cubanos declarados opositores de la población en general. El control policiaco sobre la oposición impide organizar actos públicos. Por otro lado, las protestas espontáneas de la población han demostrado que se apagan con la facilidad de un fosforo bajo la tormenta.
A pesar de tener los mismos intereses, la unidad entre la oposición organizada y la población esta entorpecida por la desinformación y el miedo. Mientras el régimen logre manipular esto, mantendrá el control de la situación interna y la rebelión continuara cautiva.
El riesgo corre de parte de los opositores. La dictadura ha demostrado que prefiere vivir una eternidad en el banquillo de los acusados que un segundo sin el poder. La represión no se hará esperar mientras el poder de los Castro continúe en peligro de caída.
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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