miércoles, 31 de julio de 2013

Prohibido olvidar

No olvidemos a los muertos de la “transición”

| Por Odelín Alfonso Torna
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org –Hoy, exactamente a las 9 y 15 pm,  se cumplen siete años desde que Fidel Castro, en proclama leída por su asesor Carlos Balenciaga, delegara en su hermano todas sus funciones por problemas de salud. Desde entonces a la fecha, ocho opositores han muerto bajo la batuta de Raúl Castro, dos como consecuencia de un prolongado ayuno y el resto de manera sospechosa. Es de temer que estos hechos se tornen irrelevantes.
Mientras la nomenclatura amaga con una glasnost a lo caribeño (engañosos indicios de apertura, bajo perfil represivo, desde el segundo trimestre del año en curso), los golpes a la oposición interna pudieran rediseñarse. Que nadie se llame a engaño: Vivimos el fin de una dictadura ya sin respaldo moral e ideológico, aunque sigue pagando por conseguirlo en sus lobbies y prestaciones internacionales.
¿Prevalecerá en la memoria de la disidencia interna y de la prensa independiente las muertes de Miguel Valdés Tamayo, Wilfredo Soto, Orlando Zapata Tamayo, Adrián Leiva, Wilmar Villar Mendoza y Laura Pollán? ¿Se exigirá justicia, en el día después, frente a hechos como el acontecido el 22 de julio de 2012, cuando Oswaldo Payá Sardiñas y Harold Cepero, miembros del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), se convertían en las más recientes víctimas de la “transición”?
Si hurgamos en los antecedentes, salvo la muerte del preso político Miguel Valdés Tamayo, un técnico en electrónica con problemas cardiovasculares, el resto le vino como anillo al dedo al gobierno. Recordemos que entre las víctimas hay dos premios Andréi Sájarov: Payá Sardiñas (2002) y Laura Pollán (2006).
¿Laura murió realmente como consecuencia de un paro respiratorio? ¿Fue impactado intencionalmente el auto en que viajaban Oswaldo Payá y Harold Cepero? ¿Por qué el cuerpo del periodista independiente Adrián Leiva, supuestamente ahogado cuando intentaba regresar del exilio por un punto del litoral norte occidental, se le entregó a la familia quince días después? ¿En manos de quiénes estaban las vidas de los ayunantes Orlando Zapata Tamayo y Wilmar Villar Mendosa?
Lo peor no es que los responsables consigan salir ilesos, en el día después, sino que la sociedad civil les despeje el camino. Tamaña responsabilidad no solo recae en el gobierno, sino también en lo que pueda hacer el día de mañana el movimiento opositor. Pero, ¿existe en la agenda opositora interés por desentrañar estos sucesos?
Mientras se abría el telón de las prohibiciones, y los cubanos abrazaban la iniciativa privada, ocho opositores estaban predestinados a morir. Se distorsionaron los partes médicos, las causas de muerte, incluso el lugar y el tiempo de los velatorios estuvo en manos de la Seguridad del Estado. La cobertura informativa y el peritaje oficial del accidente de Oswaldo y Harold, no logró convencer a la opinión pública nacional e internacional.
Según optimistas de la oposición pro democrática –entre los que me incluyo-, la “transición” en Cuba está en curso, una fórmula para ganar tiempo y dejar el poder en manos de los herederos Castro Espín o Castro Soto del Valle, la “nueva generación” de caudillos.
Pero ahora que se abren espacios en eventos o exámenes regionales sobre derechos humanos, es aconsejable iniciar los expedientes para el juicio final. Aunque se reformulen los métodos represivos y los victimarios se escurran en puntillas de pie, como suele pasar al término de las dictaduras.



Posted by: "Comité Pro LIbertad de Presos Políticos Cubanos"

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