jueves, 6 de junio de 2013

Navegando con carné de identidad

| Por Alberto Méndez Castelló
PUERTO PADRE, Cuba, junio, www.cubanet.org – Pasadas las seis de la tarde de este martes, cuando mediante el pago de pesos convertibles se permitió a los cubanos el acceso a Internet en establecimientos de la Empresa de Telecomunicaciones S.A. (ETECSA), hasta entonces reservados para el uso de extranjeros, alrededor de veinte personas en esta pequeña ciudad de poco más de treinta mil habitantes ya habían activado sus cuentas de internautas primerizos en tres computadoras que, cuales osos polares, la mayor parte del tiempo permanecían hibernando  en un rincón.
Vista por el ángulo de la sociometría simple, la cifra es irrisoria. Pero otro matiz adquiere el asunto desde el punto de vista sociológico, antropológico y del derecho comparado.
Imagine que, hasta la víspera, un cubano no podía ni soñar con sentarse delante de una de esas solitarias computadoras.
“Sólo para extranjeros”, decían los empleados si a usted se le ocurría preguntar por aquel servicio.
En honor a la verdad, los cubanos también podían acceder a Internet en ETECSA, sólo que con pasaporte extranjero, esto es residentes en Miami, Madrid, Ontario, Roma… Pero, ¿cubano domiciliado en Puerto Padre, en Guabineyón…? ¡Solavaya!
“El Ministerio de Comunicaciones y la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. informaron a Juventud Rebelde que el servicio que actualmente se comercializa con la marca Nauta, podrá solicitarse ahora en cualquier unidad comercial de ETECSA que tenga asociada una sala de acceso a Internet”, dijo el citado periódico el pasado 28 de mayo omitiendo un detalle:
Esas tarjetas Nautas, con valor de seis pesos convertibles por sesenta minutos de conectividad, la mitad del precio por treinta minutos de acceso, son las que indistintamente ciudadanos nacionales y extranjeros usaron en los hoteles y sus sucursales; levantado el apartheid en ellos, pero que aún poseyéndolas, los cubanos no podían emplearlas en los establecimientos de ETECSA hasta este 4 de junio por una sencillísima razón: esas “unidades comerciales” eran cotos vedados para los cubanos, sólo abiertos a la navegación para extranjeros.
En el tercer párrafo de la citada edición, omitiendo un importante dato, Juventud Rebelde dijo a propósito de la ampliación del acceso al ciberespacio para los cubanos: “Para ello se han habilitado 118 salas en todo el país, especialmente en las cabeceras provinciales, si bien se irán paulatinamente incorporando nuevas áreas de navegación en diferentes instalaciones”.
Pues no. Salvo alguna que otra de última creación, las salas de Internet en Telepuntos y Centros Multiservicios de ETECSA no son nada nuevas, hace mucho que están ahí, reitero, sólo que para el exclusivo uso de los extranjeros.
Acabemos de admitirlo: como mismo los cubanos fuimos segregados de los hoteles, hasta ayer también lo fuimos de Internet.
Cierto: se nos permitió el acceso a hoteles y locales anexos, pero se nos impidió y se nos impide entrar a muchísimos sitios y apenas movernos de otros. Con todo, es una grieta en el muro. Sólo una pestaña en la reja, transformarla en ventana corresponde a cada cual.
La cláusula No. 6 en el contrato de cuenta permanente Nauta suscrito este 4 de junio me recuerda la letra y el espíritu de la Ley No. 88:
“El que, con el propósito de lograr los objetivos de la Ley Helms-Burton, el bloqueo y la guerra económica contra nuestro pueblo, encaminados a quebrantar el orden interno, desestabilizar el país y liquidar al Estado Socialista y la independencia de Cuba, colabore por cualquier vía con emisoras de radio o televisión, periódicos, revistas u otros medios de difusión extranjeros incurre en sanción de privación de libertad…”, dice el artículo 7.1 de Ley Mordaza.
“Obligaciones del usuario: No usar el servicio para realizar acciones que puedan considerarse por ETECSA o por las autoridades administrativas y judiciales competentes, como dañinas o perjudiciales para la seguridad pública, la integridad, la economía, la independencia y la soberanía nacional…”, dice el apartado No. 6 de “Condiciones Generales para el Servicio de Acceso a Internet”, Nauta.
Hasta hace pocas horas, el gobierno cubano incurría en un crimen inaudito: impedir a sus ciudadanos sentarse en lugares destinados para el uso exclusivo de extranjeros.
Que en una población de poco más de treinta mil habitantes este martes unos veinte pudieran sentarse por primera vez en lugares destinados sólo para personas llegadas de otros lugares, parece risible si no fuera grotesco. Pero es esperanzador: dice a los segregacionistas que su tiempo ya concluye. Falta hace que al introducirse por esa fisura en el muro del apartheid, los segregados comiencen a actuar como seres emancipados y no cual meros conducidos. Sólo así las rejas se transformaran en ventanas.



Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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