viernes, 7 de junio de 2013

Brasil compra esclavos de batas blancas


| Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -Querían diversificar los productos de la caña de azúcar, y terminaron diversificando los métodos para destruir la industria azucarera. Ahora quieren diversificar la exportación de los servicios de salud. Y sólo el diablo sabe en qué irá a parar este filón que han descubierto a través de un sistema de neo-esclavismo que debiera ser motivo de escándalo general, pero que, en cambio, está ganando más elogios que rechazo en este mundo al que suelen llamar civilizado.
Para entrarle en grande a la diversificación, ningún destino mejor que Brasil, con su admirable empuje económico y su impetuoso avance hacia el progreso. También con las convenientes cercanías geográficas y culturales, e incluso, con las inmejorables relaciones que la dictadura cubana mantiene con el gobierno de ese país, de probada vocación anti-dictatorial y democrática, por lo que, de pronto, puede parecer inexplicable que se preste para un acuerdo tal, con tufo fascistoide.
Pero la verdad, aun cuando nos contraríe, es que no hay mucho que reprocharle al gobierno de Brasil. Su preocupación por llevar los servicios de salud hasta la selva amazónica y a otros rincones inhóspitos del país, difícilmente consiga hallar respuestas en los insuficientes recursos humanos con que cuenta para hacerlo. Al contratar los servicios de unos 6 mil médicos cubanos para que cubran la muy difícil tarea que sus propios médicos no pueden (o quizá tampoco deseen) cubrir, no hacen uso sino del pragmatismo político.
Es como quienes protegen a sus pilotos enviando aviones no tripulados para explorar zonas altamente peligrosas, o como quienes se atienen a las normas de protección para sus trabajadores utilizando robots para que se ocupen de faenas que, por su complejidad y por sus riesgos, exigen esfuerzos sobrehumanos.
La gran diferencia radica no sólo en que nuestros médicos, terapistas, dentistas, oftalmólogos, enfermeras… no son aparatos mecánicos, sino que ni siquiera reciben una paga adecuada por su labor profesional, que, además de compleja en sí misma, está agravada por las condiciones y la peligrosidad del entorno. Quizá por ello, para ser humanistas y democráticos en la misma medida en que son pragmáticos, lo menos que podrían condicionar los contratantes es la posibilidad de pagarles directamente, sin ningún intermediario (se habla de unos 4 mil dólares mensuales), aun cuando también contemplen un aparte para que el régimen cubano obtenga su tajada, por su papel propiciador y por las garantías logísticas.
Desde luego que posiblemente el gobierno de Brasil, u otro gobierno cualquiera, concentrado, como es su deber, en los propios planes, no tiene por qué inmiscuirse en la forma en que la dictadura cubana ventila los asuntos domésticos con nuestros profesionales. Eso sin contar con que tampoco los trabajadores de salud de la Isla han protestado en masa y públicamente por el estatus de neo-esclavismo mediante el cual realizan sus misiones en el exterior. Y no sólo porque no disponen de mecanismos legales para hacerlo, sino porque, en su mayoría (mientras no se demuestre lo contrario) aceptan su deplorable condición. Y aun no sólo. También encuentran en ella alivio y escape.
Ahora mismo se aprecia una verdadera movida de esperanza y hasta de regocijo entre nuestros profesionales de la salud, justo ante la perspectiva de viajar a Brasil, sin que importe a cuáles zonas, puesto que, según el criterio general, serán un poco mejor pagados y trabajarán en condiciones de menor traumatismo que en Venezuela. Sus argumentos son diversos, pero todos convergen en un mismo punto: la urgente necesidad de resolver o remediar problemas económicos a los que no pueden hacer frente sino a través de este sacrificio extremo.
Los memos de la izquierda mundial, pero sobre todo los cínicos cómplices del oprobio, llaman a este patético cuadro conciencia internacionalista, actitud solidaria y desprendida, o hasta llegan a categorizarlo como prueba del desinterés del profesional de un mundo nuevo, formado con las enseñanzas del Fidel Castro. Ojalá que fuera eso. Por lo menos no nos resultaría tan triste a quienes conocemos y sufrimos la auténtica realidad de estos pobres paisanos, que a fuerza de no saber, ignoran hasta qué medida son objetos del vil neo-esclavismo.
Claro que el hecho de ignorar leyes y principios que conforman el pan del día en el mundo moderno, no sería impedimento para que eligieran, llegado el caso, la forma en que les gustaría ser justamente recompensados. Pero ni pensarlo. La inútil e improductiva maquinaria de dominio de nuestros caciques, de vuelta ya de todos los intentos fallidos por hacer que prosperen la tierra y la industria, encontró en la explotación neo-esclavista de los servicios de salud la jugada perfecta para hacer dinero y proselitismo político a la vez, con lo cual redondea el sueño de todo vago y de todo pícaro: combinar lo útil con lo placentero.
De modo que aunque sólo el diablo sabe hasta qué colmos nos hará descender esta historia, de momento tenemos asegurada la samba del esclavo, con demócratas y esclavistas bailando juntos, seguidos por la alegre comparsa de sus víctimas.


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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