miércoles, 30 de mayo de 2012

El azúcar cubano, ¿en fase de extinción?



¿Cómo revertir una tendencia que nos ha llevado a zafras inferiores a las del siglo XIX?
Macheteros en El Mariel. (GETTY IMAGES)


La zafra azucarera 2011-2012 arrastra las mismas dificultades de las últimas dos décadas. A pesar de que en esta oportunidad se sembró suficiente caña para cumplir el plan de producción y se contó desde el inicio de la contienda con la casi totalidad de los recursos contratados, se repitieron los problemas de las cosechas anteriores.
La molienda que debió haber terminado el pasado 30 de abril, aún no ha concluido. Un artículo de Pastor Batista Valdés, acerca de la zafra en la provincia de Las Tunas, publicado en el diario Granma, el 30 de marzo de 2012, decía que por concepto de roturas industriales, interrupciones operativas y dificultades en el suministro de la caña, las molidas inestables y el envejecimiento de la materia prima, la provincia dejó de producir unas 2.835 toneladas de azúcar y tuvo que moler alrededor de 26.800 toneladas más de caña, de manera que en los primeros 80 días de zafra transcurridos, la provincia apenas reportaba el 67% del azúcar previsto para esa fecha.
El segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, en una visita al municipio de Campechuela, el 29 de abril de 2012, dijo que "aunque nacionalmente la respuesta de la industria mejoró mucho este año, las deficiencias observadas todavía, unido a los percances en los cortes, exigen un diagnóstico exhaustivo de los problemas para darle especial atención en la etapa venidera". Exactamente lo que se ha dicho al terminar cada zafra anterior.
La periodista Ana Margarita González, en ¿Una mejor zafra?, artículo publicado el 14 de mayo en el semanario Trabajadores, explicaba que, aunque la zafra debió terminar el 30 de abril, permanecían moliendo en ese momento 29 de los 46 centrales. Según ella, "El aprovechamiento que se fijó en 71,5% está en 10 puntos por debajo, y el rendimiento industrial de 10,57% alcanza sólo 10,20"; a lo que agrega que la "mala calidad de las reparaciones de la maquinaría agrícola provocó disminución de la capacidad para las operaciones de corte, alza y tiro de la caña".
Por su parte, en Radiografía de una zafra: el salto que no se dio, publicado en Granma el 18 de mayo, Juan Varela Pérez y Sheyla Delgado Guerra reconocen algunos logros modestos, pero consideran que "las insatisfacciones son muchas". Según ellos, los directivos del Grupo Azucarero expresaron que para la fecha prevista de cierre de la zafra la misma estaba al 94%, pues en los 20 días perdidos por arrancadas tardías y mal aprovechamiento de la capacidad potencial se dejaron de moler 534 mil 892 toneladas de caña, equivalentes a 66 mil 502 toneladas del dulce. Y agregaron que entre las provincias atrasadas, Las Tunas representa el 31% del incumplimiento del país.
A lo anterior, ahora se une el bajo rendimiento de la cosecha por las lluvias del mes de mayo y la práctica de mover a hombres y equipos de las provincias que culminan a tiempo hacia las que no han terminado, como es el caso de los espirituanos, que cumplieron sus compromisos productivos en la primera semana de abril y migrarán hacia otras regiones, con el consiguiente aumento de los costos.
El derrumbe de la industria azucarera cubana se comprende mejor comparando el monto de las toneladas de azúcar producidas en los últimos 117 años. En 1895 se alcanzaron 1,4 millones de toneladas; en 1919 se elevó a más de 4 millones; en 1925 la cifra fue 5,3 millones; y en 1952 llegó a 7,2 millones. En 1970, después de un colosal esfuerzo, la cifra se elevó hasta 8,5 millones; para caer a menos de 3,8 millones de toneladas en 1999. Para enfrentar ese retroceso, en el año 2001 se designó ministro del azúcar al General de División Ulises Rosales del Toro, quien pronosticó una rápida recuperación que alcanzaría en ese mismo año 5 millones de toneladas. Para ese objetivo anunció dos proyectos: 1- la Reestructuración de la Industria Azucarera, dirigida a lograr un rendimiento industrial del 11%, (lo que significa extraer de cada 100 toneladas de caña, 11 toneladas de azúcar), y 2- la Tarea Álvaro Reynoso[1], con el fin de lograr un rendimiento de 54 toneladas de caña por hectárea (el promedio mundial, según la FAO, es de unas 63 toneladas).
Los resultados de los proyectos anunciados, en millones de toneladas, fueron aproximadamente: en la zafra 2000-2001, 3,5 millones; 2001-2002, 2,2 millones; 2002-2003, 2,1 millones; 2003-2004, 2,52 millones; 2004-2005, 1,3 millones y 2005-2006, no logró rebasar esa cifra. En un reporte del periodista Juan Varela sobre esta última cosecha, publicado en Granma el martes 27 de junio de 2006, se dice: "La zafra azucarera recién terminada demostró que no siempre se corresponden esfuerzos y resultados finales", que "el atraso inicial no pudo ser vencido", que "tres cuartas partes del crudo que no se produjo fue motivado por el atraso en la arrancada de 28 de las 42 empresas que abrieron capacidades", que "el resto obedeció a incumplimientos de la norma potencial y del rendimiento industrial".
No fue hasta la zafra 2008-2009 que se alcanzó un ligero aumento (llegó hasta 1,4 millones de toneladas). Todo ello indica, de acuerdo a las dificultades mencionadas, que el propósito de la presente zafra de producir 1.450.000 toneladas de azúcar —cifra que se producía en Cuba a finales del siglo XIX— tampoco se logrará.
En ninguno de los proyectos dirigidos a revertir el declive productivo se ha contemplado la estructura de la propiedad, los bajos salarios en la industria y en la agricultura, ni la mayor autonomía de los productores, con excepción del Decreto Ley 259 que tímidamente se aventuró a entregar en usufructo una caballería de tierra, infectada de marabú; carencias que tienen mucho que ver con los resultados de ésta y de las zafras anteriores.
Como en esta oportunidad se contó con los recursos contratados y con la caña suficiente, ahora se podría poner el acento en cualquier otro aspecto particular, como la fecha de la arrancada para evitar la molida en el mes de mayo. Sin embargo no habrá solución hasta que se establezca la relación entre declive productivo, la estructura de la propiedad y los demás elementos mencionados. Un enfoque que desborda al azúcar y apunta a las reformas estructurales que demanda el país, para cuyo enfrentamiento se requiere de una voluntad política capaz de situar las necesidades de la sociedad por encima de los intereses ideológicos.


[1] Álvaro Reynoso, destacado científico cubano, cuando Cuba ocupaba el primer lugar mundial en la producción de azúcar y contradictoriamente, el último en productividad agrícola, analizó íntegramente todas y cada una de las operaciones relacionadas con el cultivo y cosecha de la gramínea y las publicó en su Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar (1862).


Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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