10 DE DICIEMBRE DE 2011
La dictadura cubana critica la posibilidad que brinda el gobierno de los E.U. al aceptar a los cubanos que cruzan el estrecho de la Florida en un intento por alcanzar sus sueños. Escriben extensos manifiestos para disfrazar la realidad de la Isla, y culpar a los que reciben el problema. Lo que significa mirar la consecuencia y olvidar la causa.
Por supuesto, ¿quién dentro de Cuba cuestionaría esa mirada obligada del problema? ¿Quién se atrevería a cuestionar la “causa”, cuando no lleva otro nombre que los hermanos Castro. ¿Qué han hecho con este país? ¿Dónde está lo logrado a costa del sacrificio de los inmolados bajo sus órdenes? ¿A cuánto asciende el precio de perdida humano y material en los últimos cincuenta años? ¿Por qué Fulgencio Batista ya no parece tan tirano? ¿Quién se encargó de superarlo, de ser más extremista y dictador? ¿Quién llenó las cárceles y fusiló a jóvenes insatisfechos, desesperados, a disidentes y todos los que se les opusieron? ¿A cuánto ascendía los años de prisión por intentar salir del país ilegalmente? Los sancionaban con la misma condena que le impusieron a Fidel Castro por asaltar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba.
A mi Padrino en el año 1967 por recibir una carta de un primo que vivía en Miami, intentando convencerlo de que emigrara con ellos, y en la que le advertía a dónde podía llegar un gobierno comunista y totalitario como el de Fidel Castro, lo detuvieron y condenaron a diez años de cárcel que cumplió día a día, pues en la aduana le abrieron la carta sin que él nunca la recibiera. Cuando salió y me vio con casi once años, comenzó a llorar por todo el tiempo perdido injustamente. Se abrazó a mi madre y, suplicando con sus ademanes homosexuales, dijo que nunca más quería volver a ver a un hombre a su lado. Fueron diez años de ser usados por las bestias, le dijo a mi madre en medio del llanto.
¿Quién ha sido más dictador, Batista o Castro?
Sabemos, según la historia que ellos mismos nos contaron, que en el Gobierno de Batista se abusaba, torturaba y en secreto mataban a los jóvenes para luego dejarlos tirado al borde del camino. Lo que consideramos horrendo. Pero ¡acaso Fidel Castro no fusilaba ante la mirada del pueblo! Por solo mencionar a los jóvenes desesperados que intentaron robarse en la bahía de La Habana una lancha de pasajeros para llegar a Miami con el objetivo de trabajar, realizar sus sueños más urgentes que una “revolución” no supo asegurarles. Y que después de quedar varados en altamar por falta de combustible, y fueran remolcados por los Guardafronteras cubanos hasta la bahía de Mariel, y negociaran con las autoridades, que hablaban en nombre de Fidel Castro, los engañaron, luego de garantizarles que no les sucedería nada y, si se entregaban, a cambio recibirían un escarmiento mínimo.
Los propios acompañantes de la lancha, entre ellos extranjeros que dieron testimonios de que no fueron maltratados ni entendían que su vida estuviera en peligro en algún momento, aunque fueran tensos, y que pidieron indulgencia por los jóvenes…, sin embargo, fueron fusilados ante la mirada de Cuba y el mundo. Sin juicio previo. Horas después de la captura. Esperaron que las madres fueran a buscar ropa y aseo para cambiarlos, y sin haber llegados a sus casas fueron informadas que los habían fusilados por orden estricta del Consejo de Estado… Por supuesto, los cubanos mantuvieron el silencio, y algunos intelectuales y artistas quedaron con sus manos manchadas, tanto, que ni su propia poesía los va a salvar del infierno. Y todo por cobardes, por pensar en su propio bienestar. Y ahora repiten como papagayos que hubo que hacerlo porque existía una amenaza real de la Armada estadounidense de invadir a Cuba, por acabar con la práctica de violar el cielo y las aguas territoriales. Eso nunca ha sido comprobado. Pero si así fuera, tampoco es ni será admitido ese vil asesinato. No pensaron en sus hijos, en sus nietos. ¿Hubieran hecho lo mismo? Con seguridad, no.
La inteligencia al servicio de la mega-malignidad.
No podemos negar que Fidel Castro ha sido de una inteligencia poco común, lo único que la puso a su servicio personal, a sus propósitos familiares. Otros dirían que al servicio del Diablo. Pero ¿qué hubiese sucedido si Fidel Castro hubiera cumplido con lo que prometió desde la Sierra Maestra? Si hubiera cumplido todos aquellos sueños de una Cuba mejor, sin salirse de la democracia y los principios estatuidos por la civilización más avanzada. Quizá hasta se le hubiera aceptado, al estilo del Rey Juan Carlos de España, ser el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de Cuba, pero sin intervenir en los asuntos de Estado. Sólo le hubiera correspondido la vigilancia de una revolución humana, destinada al mejoramiento de todos los cubanos, sin excepción de raza, credo, o filiación política.
Pero aquellos que tenemos un poco de sentido común, sabemos que Fidel Castro jamás se hubiera conformado con la vigilancia de los preceptos y derechos de la nación cubana. Él quería más. Siempre quiso más. De hecho, Cuba le quedó chiquita como la zapatilla de cristal a las hermanas de Cenicienta, y comenzó a buscar su expansión en otros continentes, tanto que se olvidó de Cuba. Nosotros solo fuimos el vehículo a sacrificar para sus mega-sueños, su mega-revolución, ser un mega-presidente, un mega-líder, a eso dedicó su vida, intentando embaucar en su embeleso con palabras de principios y ternura, engañar a otros y sumarlos a sus propósitos con frases patrióticas, heroicas, “internacionalistas.” Fidel ha ejercido como un gran mago de la palabra; siempre lo imagino soplando la flauta para hacer bailar a la serpiente, lo que en este caso, la serpiente está en el espejo, es su propia imagen la que baila con su propia interpretación, de ahí el gran truco que ha ejercido por más de medio siglo: “el encantamiento”.
Y muchos se durmieron con su encanto, y aún duermen, los menos, porque la mayoría finge dormir, pero no es más que el miedo lo que los mantiene aparentando el cumplimiento de las órdenes del Maga-dictador.
Ángel Santiesteban-Prats
Por supuesto, ¿quién dentro de Cuba cuestionaría esa mirada obligada del problema? ¿Quién se atrevería a cuestionar la “causa”, cuando no lleva otro nombre que los hermanos Castro. ¿Qué han hecho con este país? ¿Dónde está lo logrado a costa del sacrificio de los inmolados bajo sus órdenes? ¿A cuánto asciende el precio de perdida humano y material en los últimos cincuenta años? ¿Por qué Fulgencio Batista ya no parece tan tirano? ¿Quién se encargó de superarlo, de ser más extremista y dictador? ¿Quién llenó las cárceles y fusiló a jóvenes insatisfechos, desesperados, a disidentes y todos los que se les opusieron? ¿A cuánto ascendía los años de prisión por intentar salir del país ilegalmente? Los sancionaban con la misma condena que le impusieron a Fidel Castro por asaltar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba.
A mi Padrino en el año 1967 por recibir una carta de un primo que vivía en Miami, intentando convencerlo de que emigrara con ellos, y en la que le advertía a dónde podía llegar un gobierno comunista y totalitario como el de Fidel Castro, lo detuvieron y condenaron a diez años de cárcel que cumplió día a día, pues en la aduana le abrieron la carta sin que él nunca la recibiera. Cuando salió y me vio con casi once años, comenzó a llorar por todo el tiempo perdido injustamente. Se abrazó a mi madre y, suplicando con sus ademanes homosexuales, dijo que nunca más quería volver a ver a un hombre a su lado. Fueron diez años de ser usados por las bestias, le dijo a mi madre en medio del llanto.
¿Quién ha sido más dictador, Batista o Castro?
Sabemos, según la historia que ellos mismos nos contaron, que en el Gobierno de Batista se abusaba, torturaba y en secreto mataban a los jóvenes para luego dejarlos tirado al borde del camino. Lo que consideramos horrendo. Pero ¡acaso Fidel Castro no fusilaba ante la mirada del pueblo! Por solo mencionar a los jóvenes desesperados que intentaron robarse en la bahía de La Habana una lancha de pasajeros para llegar a Miami con el objetivo de trabajar, realizar sus sueños más urgentes que una “revolución” no supo asegurarles. Y que después de quedar varados en altamar por falta de combustible, y fueran remolcados por los Guardafronteras cubanos hasta la bahía de Mariel, y negociaran con las autoridades, que hablaban en nombre de Fidel Castro, los engañaron, luego de garantizarles que no les sucedería nada y, si se entregaban, a cambio recibirían un escarmiento mínimo.
Los propios acompañantes de la lancha, entre ellos extranjeros que dieron testimonios de que no fueron maltratados ni entendían que su vida estuviera en peligro en algún momento, aunque fueran tensos, y que pidieron indulgencia por los jóvenes…, sin embargo, fueron fusilados ante la mirada de Cuba y el mundo. Sin juicio previo. Horas después de la captura. Esperaron que las madres fueran a buscar ropa y aseo para cambiarlos, y sin haber llegados a sus casas fueron informadas que los habían fusilados por orden estricta del Consejo de Estado… Por supuesto, los cubanos mantuvieron el silencio, y algunos intelectuales y artistas quedaron con sus manos manchadas, tanto, que ni su propia poesía los va a salvar del infierno. Y todo por cobardes, por pensar en su propio bienestar. Y ahora repiten como papagayos que hubo que hacerlo porque existía una amenaza real de la Armada estadounidense de invadir a Cuba, por acabar con la práctica de violar el cielo y las aguas territoriales. Eso nunca ha sido comprobado. Pero si así fuera, tampoco es ni será admitido ese vil asesinato. No pensaron en sus hijos, en sus nietos. ¿Hubieran hecho lo mismo? Con seguridad, no.
La inteligencia al servicio de la mega-malignidad.
No podemos negar que Fidel Castro ha sido de una inteligencia poco común, lo único que la puso a su servicio personal, a sus propósitos familiares. Otros dirían que al servicio del Diablo. Pero ¿qué hubiese sucedido si Fidel Castro hubiera cumplido con lo que prometió desde la Sierra Maestra? Si hubiera cumplido todos aquellos sueños de una Cuba mejor, sin salirse de la democracia y los principios estatuidos por la civilización más avanzada. Quizá hasta se le hubiera aceptado, al estilo del Rey Juan Carlos de España, ser el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de Cuba, pero sin intervenir en los asuntos de Estado. Sólo le hubiera correspondido la vigilancia de una revolución humana, destinada al mejoramiento de todos los cubanos, sin excepción de raza, credo, o filiación política.
Pero aquellos que tenemos un poco de sentido común, sabemos que Fidel Castro jamás se hubiera conformado con la vigilancia de los preceptos y derechos de la nación cubana. Él quería más. Siempre quiso más. De hecho, Cuba le quedó chiquita como la zapatilla de cristal a las hermanas de Cenicienta, y comenzó a buscar su expansión en otros continentes, tanto que se olvidó de Cuba. Nosotros solo fuimos el vehículo a sacrificar para sus mega-sueños, su mega-revolución, ser un mega-presidente, un mega-líder, a eso dedicó su vida, intentando embaucar en su embeleso con palabras de principios y ternura, engañar a otros y sumarlos a sus propósitos con frases patrióticas, heroicas, “internacionalistas.” Fidel ha ejercido como un gran mago de la palabra; siempre lo imagino soplando la flauta para hacer bailar a la serpiente, lo que en este caso, la serpiente está en el espejo, es su propia imagen la que baila con su propia interpretación, de ahí el gran truco que ha ejercido por más de medio siglo: “el encantamiento”.
Y muchos se durmieron con su encanto, y aún duermen, los menos, porque la mayoría finge dormir, pero no es más que el miedo lo que los mantiene aparentando el cumplimiento de las órdenes del Maga-dictador.
Ángel Santiesteban-Prats
Publicado por Los Hijos que nadie quiso en 09:25
Posteado por: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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