jueves, 17 de noviembre de 2016

Excelente articulo!

La verdadera apertura obliga a rectificar

La verdadera apertura obliga a rectificar
Por Carlos Amel Oliva, líder juvenil de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) *
Con el ascenso del general Raúl Castro al poder en 2006, relevando a su hermano enfermo, muchos pensaron que se abría una nueva etapa para Cuba. Nadie podía asegurar que este período iba a ser mejor o peor que el anterior, aunque desde el triunfo de la revolución castrista, el antiguo ministro de las Fuerzas Armadas y segundo en la escala de mando tenía fama de radical por haber sido implacable en el castigo del disenso en los primeros años de la actual dictadura.
Para acabar con la incertidumbre inicial, quien fuera nombrado a dedo al frente del Estado por el dictador Fidel Castro —sin consultar ni rendir cuentas a nadie— se mostró como un hombre jocoso y de discursos cortos. Dijo en repetidas ocasiones que su hermano mayor era insustituible y que él no pretendía imitarlo.
En 2009, un año después de la instauración del nuevo Consejo de Estado, este carcamal Robespierre, entonces con 78 años, mostró su esencia represiva al destituir de un zarpazo figuras jóvenes que integraban la vanguardia de la nomenklatura, que por su visibilidad y carisma podían ensombrecer y amenazar su diseño perfecto de transición de poder. Entre los defenestrados destacaban el vicepresidente Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque. Desde la cúspide del poder se alegó que estas dos personas habían mostrado actitudes desleales e inconformidades con la gestión del nuevo gobierno, además del “terrible sacrilegio” de mofarse en privado del “Comandante”. El mensaje así enviado fue claro y preciso: aquel que ose discrepar en nuestras filas terminará guillotinado.
Habiendo puesto orden en la finca familiar, Raúl Castro se volcó en realizar reformas de poco calado, tales como la Ley de Inversión Extranjera y la ampliación de las actividades permitidas a los ciudadanos cubanos para ejercer el trabajo por cuenta propia. Con esta última ley se pretendía paliar el despido de más de 500 mil trabajadores en todo el país. A este proceso se le dio el pomposo nombre de “Lineamientos para la Actualización del Modelo Económico y Social”.
Diversos lobbies económicos de varias naciones se movilizaron para realizar inversiones en Cuba, que a sus ojos ofrecía un mercado virgen de 11 millones de personas. Este “nuevo contexto” no produjo mejoras en la situación de derechos económicos y laborales de los ciudadanos, aunque tuvo gran resonancia internacional.
El punto culminante de este proceso falsamente aperturista ha sido el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU. No obstante, a pesar del simbolismo del intercambio de embajadores con el “enemigo histórico de Cuba”, el único cambio real para el cubano ha sido entender que el origen de la crisis no es el embargo norteamericano sino la falta de libertades en que vive.
Estos diez años de gestión raulista traído consigo un bajísimo salario mínimo de 9 dólares al mes, los alimentos más caros de toda la región, una infraestructura de salud y educación muy deterioradas y con personal cada vez más escaso, una crisis migratoria agravada, así como un acceso a Internet censurado, al desorbitado precio de 2 dólares por hora (1440 dólares/mes) y sin posibilidad de conexión a móviles ni a domicilio. El naciente sector de los pequeños emprendedores, asfixiado por una política fiscal injusta, ha comenzado a exigir mejoras mediante protestas públicas. El régimen ha respondido a estas demandas con su acostumbrada represión, mientras los inversionistas extranjeros se quejan de que el gobierno de La Habana les niega oportunidades comerciales.
En el frente de los derechos civiles y políticos, los opositores pacíficos están siendo víctima de una ola represiva. Las cifras de detenciones y encarcelamientos arbitrarios se mantienen a la altura de una dictadura de la Guerra Fría. Solamente en la UNPACU, organización disidente más visible del país, existen cerca de 50 presos políticos. Al cierre de este artículo, dos de estos presos, Geordanis Muñoz y Rulisán Ramírez, habían recibido una brutal golpiza por parte de sus carceleros.
Los analistas políticos difieren al fijar el inicio de la transición a la democracia de un régimen totalitario. Unos lo ubican en el cambio de actitud de los pueblos, y otros en el de los gobernantes. Lo cierto es que en la “Mayor de las Antillas” no existe indicio de lo segundo. Si en Cuba se ha iniciado una transición prodemocrática es porque personas dignas como Elizardo Sánchez, Oswaldo Payá, José Daniel Ferrer, Guillermo Fariñas, Dagoberto Valdés, Yoani Sánchez, Berta Soler y otros muchos, con el apoyo de nobles cubanos de la Diáspora, han ido mostrando el camino a un coste personal muy elevado.
Hoy la nación cubana tiene ansias de libertad, y a diario se ven manifestaciones en su reclamo a lo largo y ancho del país. Es seguro que esta libertad se alcanzará tarde o temprano, y que todo apoyo ofrecido en los momentos más difíciles será muy agradecido por el pueblo cubano. Por ello, exhortamos a los gobiernos e instituciones que visitan nuestra patria y son indiferentes hacia la sociedad civil independiente a que rectifiquen su postura, porque el régimen comunista está condenado al fracaso y el futuro está en el pueblo.
*Este artículo se publica como parte de la campaña “Mi Denuncia Semanal a la Dictadura Castrista”(http://www.unpacu.org/mi-denuncia-semanal-a-la-dictadura-castrista-19-de-septiembre-de-2016-por-jose-daniel-ferrer-coordinador-general-de-la-unpacu/), promovida por la UNPACU (Santiago de Cuba) y el Foro América Unida (Santiago de Chile) con el fin de crear consciencia sobre la situaci

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