domingo, 4 de enero de 2015

Tania Bruguera: ¿arte o basura?

Su obra emplaza a la claque cultural acomodada, a los reaccionarios dentro del círculo de los carreristas.
Hay una escena de En busca de vida inteligente en el universo, el espectáculo unipersonal de la comediante Lily Tomlin, donde el personaje de Trudy la Mendiga, en medio de un "lapso de sinapsis", tropieza con los extraterrestres que habitan en su cerebro. Los marcianos están sorprendidos de lo extraña que es la mente humana; Trudy les dice que mucho más extraños son los genitales.
Así va la cosa cuando los marcianos salen de su cabeza y se dedican a revolver las bolsas que Trudy carga en un carrito de supermercado. Encuentran una lata de sopa de tomate Campbell, y Trudy les explica el concepto de sopa. Luego les enseña una foto de Andy Warhol pintando la misma lata de sopa de tomate Campbell, y les dice: "¡Esto es arte!" Después, tras su espalda, cambia de manos la sopa y la foto: "Y esto, ¿qué es?", pregunta. "¡Sopa!", responden los marcianos. "¡Noooo! ¡Arte!", les chilla Trudy, "¡Arteee!"
En las calles de La Habana, la artista Tania Bruguera fue Trudy por un día. Trajo al movimiento de resistencia civil cubano una muy necesaria dosis de arte. El arte es el único lenguaje que entienden los extraterrestres, esas entidades que operan más allá de la órbita cubana. El arte ocurre en el lapso de sinapsis de la conciencia global, ya se ha adueñado de los medios de comunicación, y ahora es una especie de locura. Chávez y su bolivarismo fueron vendidos al mundo como arte pop, el Papa Francisco es el Fra Angélico de los socialistas, y es un hecho incontrovertible que el principal ingrediente del castrismo es lo artístico: Camilo, el Che, Girón, Eliancito, el Moncada, Ochoa, el ballet de Alicia, las palomas, Tomás Sánchez, la santería, Lezama, los pioneros y los gays. Todo es cuestión de imágenes, bellas, absurdas o terribles, poco importa.
Cuando los terroristas derribaron las Torres Gemelas en Nueva York, el mundo entendió que se trataba de arte. Un "arte luciferino", es cierto, según lo definió Karlheinz Stockhausen, pero arte al fin. Los árbitros de la moda declararon perdida la guerra mediática: los musulmanes habían logrado una performance imposible de igualar. Privados de pirotecnia, los cubanos tuvieron que conformarse con salidas a la calle enarbolando gladiolos, misas católicas, proclamas al exterior, declaraciones de principios, etc., aunque, lamentablemente, siguen desaprovechado la capacidad política de lo artístico. Y esto, a causa de que los disidentes no son artistas, y de que los artistas están ocupados en recibir premios, medallas y trofeos en su capacidad de miembros favorecidos de un programa oficial de neutralización.
Para estos últimos todavía está vigente la antigua distinción entre "arte" y "basura", y toda disidencia cae, de suyo, en la categoría de basura. La performance de Tania Bruguera ocupa esa zona borrosa entre las dos categorías. Es arte porque ella tiene un currículo que así lo avala. Su acción plástica es también política: deconstruye al Fidel de las palomas en los hombros (fue ese el día en que Castro susurró: "Armas, ¿para qué?") y permite a la basura escupir en el micrófono (se trata de spit, en el sentido rapero del término, no de un susurro soviético), típico gesto fidelista sacado de contexto que, ni es original, ni demasiado innovativo (solo en Cuba una propuesta tan rudimentaria representa un logro estético o cívico), aunque no pueda restársele importancia a que haya sido la disidencia —en ambas ocasiones— quien diera un significado civil a la acción, que fuera precisamente la basura la destinataria de lo artístico. El arte, que desde los tiempos de Ángel Delgado y su cagada en el Granma se identificó con la resistencia cívica, ahora monta su propia "resistencia" a la idea misma de "disidencia". La obra de Tania Bruguera emplaza a la claque cultural acomodada, a los reaccionarios dentro del círculo de los carreristas.
Esa claque ha llegado a constituirse en partido, en una especie de quinta columna, y representa un verdadero lastre al advenimiento de la sociedad civil cubana. Sus miembros se cuentan por docenas, tal vez por cientos de miles, y en sus desprestigiadas filas militan actores, poetisas, pintores, salseros, académicos y diversos arribistas. La influencia de ese partido es hoy mucho mayor, en términos mediáticos, que la del Comité Central. La performance de Tania estaba dirigido a ellos.
En la escena final de En busca de vida inteligente en el universo, los marcianos le dicen a Trudy que su obra les ha puesto la carne de gallina. "¿De gallina?", pregunta Trudy, adulada, "¿De veras les gustó tanto?". Solo que la pobre había olvidado decirles que la performance era lo que pasaba en el escenario, mientras que los marcianos habían estado mirando al público, "un montón de extraños sentados en la oscuridad, llorando y riéndose de las mismas cosas". Los extraterrestes estaban estupefactos. "Trudy, tu obra es sopa, ¡el público es arte!"
La artista que ayer mendigó en las calles de La Habana la atención de los intelectuales cubanos y, a través de ellos, la de los niños, los obreros y las amas de casa, ahora podrá explicarles a los que viven más allá de la órbita castrista, que, al contrario de Trudy, su público fue una reverenda sopa de gallinas, pero que el arte estuvo por fin del lado de la resistencia.



Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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