viernes, 14 de marzo de 2014

Venezuela: ¿mediación?


Opuesto hasta la fecha a toda gestión mediadora externa, Maduro pretende fabricarse ahora una alineada con sus objetivos. ¿Qué hacer?
Si se desea contribuir a resolver un conflicto lo primero es conocer su naturaleza.
El gobierno venezolano y sus aliados andan en busca de una gestión mediadora a su gusto. Ello supone encontrar actores externos conferidos de algún tipo de autoridad (si es que no de credibilidad) que se planteen "la búsqueda de una solución a la crisis venezolana", pero sobre premisas erradas. Personas que hagan llamados a que "todas las partes abandonen la violencia" y se abstengan de iniciativas que, como las manifestaciones de protesta, "puedan provocarla". Maduro, que hasta ahora se había opuesto a toda gestión mediadora externa, parece ahora dedicado a fabricarse una mediación alineada con sus objetivos.
Intentan crear una mediación mediante la cual reciban trato simétrico victimario y víctimas. Y en la que la sacrosanta consigna de devolver la "normalidad y la paz a Venezuela" en la práctica se traduzca en abandonar las calles para regresar al statu quo madurista previo a la rebelión. Los ciudadanos han de retornar "pacíficamente", o sea, de forma resignada, a la inseguridad ciudadana, el desabastecimiento, la supresión de derechos y libertades universales, los poderes centralizados en la Presidencia, y a la aceptación de que las fuerzas armadas y los servicios de orden público e inteligencia continúen sometidos a las directrices del gobierno cubano.
Los llamados de Maduro a "dialogar" no han prosperado. Mientras, los grupos paramilitares asesinan estudiantes y las bombas lacrimógenas y disparos de fuerzas regulares y paramilitares penetran viviendas donde residen mujeres, ancianos y menores. Nadie con un mínimo sentido de responsabilidad y decoro pudiera acceder a semejante circo. Por eso Maduro se encamina ahora a buscar actores externos que, careciendo de esas virtudes, se presten a sacarlo del atolladero en que lo han metido su soberbia, estulticia y la escalada represiva que ellas generan.
Creo que siempre se debe buscar una salida racional a cualquier conflicto, lo que no supone que todos se puedan resolver de ese modo. Mucho menos que puedan acometerse cuando los pretendidos mediadores entran a la cancha con guion concertado de antemano con una de las partes.
Quienes deseen de buena fe contribuir a buscar una salida pactada al actual conflicto venezolano deben primero comprender su naturaleza y la de los actores (nacionales y extranjeros) involucrados.
Tampoco es asunto de llegar a Caracas, instalar una "comisión mediadora internacional" en algún hotel, llamar a las partes a sentarse en torno a una mesa y reportar como indisciplinados e intolerantes a quienes no acudan a la cita. Las partes no están en igualdad de condiciones  y cualquier diálogo requiere de un conjunto de circunstancias que lo hagan posible.
Por otro lado, es un error pensar que el caso de Venezuela solo compete a los gobiernos latinoamericanos sea en el marco de UNASUR o cualquier otro foro regional. Las recientes declaraciones del ministro de Defensa ruso —cuando, a raíz de los sucesos en Kiev y Caracas, anunció que su país estudiaba el establecimiento de bases en Venezuela, Nicaragua y Cuba, mientras procedía a invadir la Península de Crimea— nos recuerdan que vivimos en un mundo global. La crisis en Venezuela —país con las mayores reservas petroleras del planeta— impacta los intereses de ciudadanos y gobiernos en regiones. A todos compete dar pasos que puedan contribuir a darle solución.
Los que desde cualquier latitud se interesen en ofrecer sus buenos oficios deben tener presente que en este caso hay un prerrequisito indispensable para poder iniciar un diálogo: el cese inmediato de la violencia física y verbal, lo cual supone el desarme de los grupos paramilitares y el repliegue a los cuarteles de las fuerzas de la Guardia Nacional y la policía, que hoy reprimen el ejercicio pacífico de la libertad de expresión y reunión pública. Sin perdigonazos, golpizas, gases lacrimógenos, aviones de guerra, tanques, francotiradores y otras lindezas de la "democracia alternativa" del madurismo, no habrá necesidad de barricadas ni de lanzar cocteles molotov. La criminalización de la protesta social y el asesinato de la reputación de toda disidencia deben cesar de inmediato.
El diálogo —de cumplirse ese prerrequisito y poder llegarse a él— tendría entonces que abordar el tema de la libertad incondicional de los presos políticos, el fin de la injerencia cubana en Venezuela y los acuerdos para avanzar hacia la genuina normalización del funcionamiento de la sociedad.
Es imprescindible priorizar y resolver el tema de los presos políticos —algunos en muy mal estado de salud. Su libertad debe ser incondicional e inmediata.
Manifestar, como acaba de hacer UNASUR, la "preocupación ante cualquier amenaza a la independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela" es, cuando menos, un dislate. La intervención extranjera que pisotea la independencia venezolana e impide a ese pueblo autodeterminarse no es una amenaza potencial sino un hecho de larga data. No se trata de evitarla sino de ponerle fin. Ello supone en el caso de Venezuela la salida inmediata de miles de asesores militares cubanos ya instalados en el país, así como aquellos que se desempeñan como tales en los cuerpos de inteligencia, controles informáticos y de los aeropuertos.
Sin perdigonazos, disparos en la espalda, presos políticos, torturados, gases lacrimógenos ni ocupación extranjera, los venezolanos podrán ejercer su plena soberanía y, basados  en su propia Constitución —la famosa "roja, rojita" violada brutalmente por este régimen de vocación estalinista—, comenzar a recorrer los caminos para una Venezuela reconciliada.
"Normalizar Venezuela" no es exhortar a los ciudadanos a que retornen resignados a sus casas. Implica separar poderes públicos, restablecer el estado de derecho, garantizar la probidad del sistema electoral, proteger las libertades de expresión, prensa y asociación, recuperar la seguridad ciudadana y reconstruir el aparato productivo y financiero del país. Esa es la paz que merecen los venezolanos. La otra es la de los sepulcros.



Posted by ::ComitcPro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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