
Los especialistas al servicio del régimen alegan que la causa del deterioro es su ubicación tan cerca del mar, en una zona clasificada como de agresividad corrosiva entre alta y extrema, por la influencia directa del aerosol marino. Pero ellos mismos saben que tal no es sino el pretexto con que se intenta encubrir otro vergonzoso capítulo de la desidia oficial, y aun el producto de un ensañamiento cuyas motivaciones no están del todo claras, por presumibles que sean.
El Sierra Maestra nunca llegó a pertenecer totalmente al Estado. Siempre hubo allí vecinos que se negaron a ser desalojados a cambio de otras viviendas con características desventajosas y ubicadas lejos de su lugar de residencia. Lo único que cupo al régimen fue declarar la zona como “congelada”, para impedirles permutar o traspasar sus bienes. Mientras, la edificación sufría, a lo largo de varios decenios, una falta de mantenimiento y de atención especializada que en mucho pareció obedecer a un alevoso plan para su desgaste.

No obstante, todavía se ven señales de vida entre sus ruinas. ¿Serán viejos vecinos dispuestos a derrumbarse junto a las últimas paredes? ¿Serán invasores desesperados que prefieren arriesgar el pellejo antes que pernoctar a la intemperie?
Este complejo habitacional había pertenecido al connotado millonario Alfredo Hornedo, quien fuera senador y alcalde de La Habana, además de propietario principal de los periódicos Excélsior y El País, y socio de un tercer diario, El Crisol. Sería demasiado extensa la descripción del dominio económico de este hombre, que mucho ha dado que hablar, mal y bien. También fue dueño del teatro Blanquita, hoy Carlos Marx, del cual se afirma que, con sus 6 600 lunetas, llegó a ser uno de los mayores del mundo en el momento de su inauguración. Por cierto, este teatro está situado tan cerca del mar como el Sierra Maestra, y es incluso más viejo, pero goza de un excelente estado de conservación. ¿Será inmune al aerosol marino? ¿O habrá recibido otro tratamiento?


Hoy el Sierra Maestra parece estar pidiendo pista para derrumbarse, tal vez sobre su otrora hermosa piscina, seca, en parte, y en parte convertida en criadero de insectos y microbios, o tal vez sobre los bañistas que en acto punto menos que suicida, se regodean en la costa, a escasos metros de sus podridos cimientos.
Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"
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