lunes, 21 de octubre de 2013

Sobre esto nadie escribe en el periódico Granma

En cueros a la Plaza de la Revolución

| Por Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -“A este paso, los cubanos  vamos a terminar desfilando en cueros, el primero de mayo, en la Plaza de la Revolución”. Tal fue el comentario de un anciano cuando, en medio de una cola, se habló sobre la prohibición de la venta de ropa importada por vendedores privados. Y añadió: “Uno tenía la esperanza de poder vestirse un poco mejor, ahorraba y me compraba una camisa de calidad o unos zapatos. De cualquier manera, siempre me iban a costar menos que en las tiendas del Estado, donde te cobran la ropa medio podrida por años de mal almacenaje como si fuera nueva”.
Otro señor se sumó al debate. Nos contó cómo los inspectores llegaron hace unos días, intimidaron a una vendedora a la que él le había alquilado el portal de su vivienda: “Esa gente la abordó con tremenda mala forma y la policía se parqueó cerca. Me pidieron los papeles de la licencia y le dijeron a ella que era ilegal vender ropa de producción industrial”. Según contaba el hombre, a la vendedora le dieron un plazo para que supuestamente “liquidara la mercancía”.
En mayo pasado, la ofensiva gubernamental contra este tipo de negocios comenzó con el cierre de los portales en la capitalina Avenida de Carlos III. En ese momento ya se veía venir la tormenta, pero muchos no atinaban a percibir el momento exacto en que el Raulismo daría el otro zarpazo. Este de ahora estuvo precedido por llamados a la legalidad y acusaciones en la prensa escrita. Los “indignados ciudadanos” se quejaban en la sección “Cartas  a la Redacción”, que se publica los viernes en el periódico Granma.
Las acusaciones contra estos negocios: “especuladores”, “revendedores”, “abusan del pueblo y trafican con mercancías que venden al doble del precio que las oferta el Estado”. Esta sección del periódico Granma opera a la manera de aquellos “Dazibaos” que el gobierno maoísta ubicó en determinados lugares de Pekín. En este caso, también se trata de una herramienta perfecta para crear un estado de opinión que favorezca esta vuelta al cerrojo y el inmovilismo. Pero el retroceso no es para nada gratuito.
Es curioso que esta ofensiva contra el negocio de ropa importada, disfrazado detrás de la Razzia contra los revendedores de artículos de ferretería u otros, haya comenzado pocos días antes de la puesta en vigor de la nueva ley de inversión extranjera. El gobierno cubano está apostándole a la denominada “Zona especial del puerto del Mariel” las cartas de su desarrollo como élite económica para el futuro a mediano plazo.
Las empresas de importación que nacerán a la sombra de esta jugada también moverán mercancía destinada a la creación de un mercado interno mayorista controlado por el Estado. Y éste no quiere competencia. Quiere importar y revender él mismo y a quienes entienda. Y quiere hacerlo a un precio que le garantice, aún más, el poder de apretar la soga en el cuello del negocio privado en Cuba.  O sea que este acelerón en la prohibición de vender ropa de importación, es un paso circunstancial. La justificante esgrimida de que los vendedores se estaban escudando en la licencia de costureros-modistas, es un típico capicúa.
Mientras, el rechazo popular ha frenado en algunos lugares el “fuera de combate” de los timbiriches o boutiques de venta de ropa y zapatos. Pero la espada medieval del viejo ukase les ronda, lista para golpear. En otros sitios, ya se siente la ausencia de esa opción que le solucionó el problema de vestirse y calzarse a muchos cubanos de a pie. En tanto, ese gran delincuente revendedor y espoliador llamado Estado, sigue exprimiéndole el bolsillo a la población en sus tiendas recaudadoras de divisas. Y, por supuesto, sobre esto nadie escribe en el periódico Granma


Posted by: "Comité Pro Libertad de Presos Políticos Cubanos"

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